domingo, 7 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 32

-Por eso me he puesto zapatos para caminar. A menos que quieras tomar un taxi... -sus palabras murieron bajo la mirada de él.
-No lo entiendes, ¿verdad?
-¿Qué? ¿Vivir en las calles? ¿Cómo podría des¬cubrir alguien que hemos empleado un transporte para ir a nuestro siguiente destino? Podríamos bajarnos una manzana antes del parque...
-Nosotros lo sabríamos -comenzó a alejarse del club-.Y tú seguirías sin entenderlo.
-¿Entender qué? -trató de mantener su ritmo.
-El agotamiento... la frustración... la desesperación -su paso se alargaba con cada palabra-. El miedo de que, sin importar lo que hagas, ahora ésta es tu vida.
Durante un momento, Paula se imaginó en esos zapatos y la emoción la embargó.
-De acuerdo, caminaré. Estoy caminando.
Y seguiría caminando hasta caer si ello la ayudaba a encontrar a Delfina.
Y de pronto se dio cuenta de que ésa era su oportunidad de hacer algo positivo por la comunidad. Pedro lo hacía, trataba de que la gente cobrara conciencia de lo que era estar en la calle para esos chicos...
Entonces, ¿por qué no podría ella?
Él dominaba la cámara de vídeo, ella la pluma. Bueno, un ordenador.
Después de haber trabajado durante años para su padre, disponía de muchos contactos en los medios de comunicación. Sin duda alguien estaría interesado en un artículo sobre jóvenes que huían de sus casas, en especial si estaba escrito desde ese lado de la calle.
El entusiasmo se convirtió en culpabilidad al pensar en Delfina. No era su intención utilizar la situación de su hermana en su propio provecho.
En ese momento, su único objetivo debería ser encontrar a Delfina.
En cuanto al futuro de su hermana, no sabía qué sería mejor. Tal vez que se fuera a la universidad en el otoño, ya que la alejaría de sus padres y le brindaría tiempo y espacio para averiguar quién era. Y hasta entonces, estaba dispuesta a proporcionarle un alojamiento alternativo si con ello la traía a casa.
-Un penique por tus pensamientos -ofreció Pedro.
-Un penique ya no compra gran cosa.
-Suenas agotada. No falta mucho.
La rodeó con un brazo como si intentara ofrecerle apoyo. Agradecida, se reclinó en el calor que emanaba de él y, durante un momento, imaginó que eran una pareja corriente que daba un paseo. Cuando las lágrimas cayeron de sus ojos, comprendió lo cansada que estaba. Se las secó con mano temblorosa.
-Si no conseguimos ninguna pista sólida, podemos parar -le apretó con ligereza el hombro.
-¿Y dormir en el parque?.,-preguntó con ligereza, temiendo la respuesta. -Esta noche, no.
-¿Dónde, si se puede saber? -quiso saber, imaginando que cedería y diría que podían ir a su estudio.
-En un edificio abandonado que van a rehabilitar.
Al oír esas palabras, se le formó un nudo en su estómago.
-¿No estará ocupado? -en su cabeza danzaron visiones de ratas y otras criaturas no deseadas.
-Eso no será ningún problema.
Daba la impresión de que ya había hecho eso con anterioridad, lo cual era ridículo, desde luego.
-Escucha, Paula, acerca del hombre que nos seguía -comentó, sacándola de sus pensamientos-. No llegaste a verlo, ¿verdad?
En un arrebato de paranoia, miró por encima del hombro y se sintió aliviada al comprobar que la calle a su espalda se hallaba vacía.
-No, en realidad, no. Esa gorra le ocultaba el rostro. ¿Qué pasa con él?
-Es posible que no fuera a robarnos.
-¿Qué, entonces?
-¿Por qué se fugó Delfina?
-Te dije...
-Sé lo que me dijiste. Nada concreto.
-Piensas que el hombre que nos seguía tiene algo que ver con Delfina.
-Como no quieres ser abierta al respecto, creo que tú estás mejor capacitada que yo para juzgar eso.
-¿Un periodista? -aunque la idea de que un periodista pudiera haber olido una historia y haberla seguido le resultó improbable.
Ese parque resultó una gran decepción comparado con el primero. La única persona que había allí era un viejo tumbado en un banco, con una bolsa negra con sus posesiones bajo la cabeza y otra a los pies. Lo interrogaron brevemente, pero si había visto a alguien parecido a Delfina, no lo dijo.
Llegaron a la conclusión de que lo mejor sería realizar un reconocimiento por la mañana. Pedro la condujo al edificio abandonado, situado a unas manzanas de allí. Paula intentó despejar la mente de lo que le podía reservar la noche...

2 comentarios:

  1. Ya quiero un poco más de acción, la veo como un poco estancada la historia. Me gusta pero ya quiero que empiece a haber algo más.

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  2. Estoy igual que Sil! Siempre me quedo con ganas de que pase algo y nunca llega!

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