domingo, 7 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 31

-Un momento, señorita Chaves -se reclinó en el sillón, con los codos en el reposabrazos y los dedos unidos-. No he dicho que no pudiera ayudarla.
-¿Cómo? -tenía miedo de albergar esperanzas.
-¿Tiene copias de esa foto?
-No, y supongo que debería haber hecho. -Entonces, para empezar -se adelantó-,puedo hacer copias, pasarlas entre mi personal y decirles que mantengan los ojos abiertos.
-Pero la siguiente noche para adolescentes no es hasta mañana -expuso ella.
-Tal vez no la encuentre antes.
Sin duda tenía razón, y se preguntó cuántos días iba a pasar en compañía de Pedro.
Y cuántas noches.
Agitada ante el pensamiento de cómo iba a mantener satisfecho a Pedro, asintió.
-De acuerdo.
-Y debería tener copias adicionales para entregar por la calle. Doy por hecho que dispone de un móvil.
-Por supuesto. He de poder recibir llamadas que tal vez sean importantes Y aún espero que mi hermana me llame.
-Bien, ¿qué es lo que no me está contando? - inquirió Tomás.
Paula miró a Pedro. No pensaría revelarle a ese hombre el trato que habían hecho.
-Delfina se ha fugado -repuso él-. Es muy posible que se encuentre en la calle, de modo que es allí donde tenemos que estar.
Tomás asintió.
-Es lógico. Pero también me sorprende.
-¿Qué? -quiso, saber Paula.
-Que alguien de su ambiente esté dispuesta a salir a las calles.
Comprendió que sabía quién era aunque no lo había mencionado. En vista de eso, esperó que Tomás fuera tan discreto como Pedro afirmaba.
-Pongámonos manos a la obra -dijo él-.
Necesitaré la foto de Delfina. Y también el número de su móvil.
Le dio ambos.
Sorprendentemente, Tomás no llamó a un empleado para hacer las copias. Se excusó y dijo que regresaría en unos minutos con lo que necesitaban.
Convencida de que Pedro renovaría la discusión, esperó, tensa y expectante. Pero Pedro no dijo una palabra. Cuando lo miró, vio que se hallaba ensimismado, en un lugar al que ella no tenía acceso.
En el instituto solía hacer lo mismo, y en ocasiones resultaba inalcanzable. Nunca se había explicado, simplemente le decía que era un lugar que no querría visitar.
Se preguntó si en ese momento se hallaría en el mismo lugar oscuro.
-¿Te encuentras bien? -alargó la mano y le tocó el brazo.
La sorpresa aleteó por las facciones.
-¿Bien? Sí, claro. ¿Por qué no iba a estarlo?
Mentía. Pudo verlo en sus ojos antes de que la cautela lo impulsara a ocultar lo que fuera que había sentido.
Antes de que pudiera pensar en el modo de abordarlo, Tomás regresó con copias en color de la foto. Le entregó unas cuantas, que ella guardó en la mochila, después de notar que había añadido una nota que ponía que cualquiera que viera a la joven llamara a su número móvil.
Aún no estaba convencida de usarlas. Anunciar la desaparición de una joven e incluir un número de teléfono que podía ser rastreado a su propietaria anularía las precauciones que había tomado.
Pero no lo dijo; simplemente le agradeció la ayuda que les prestaba y le pidió so serían discretos. a los empleados que sabía que tos.
De vuelta en la calle, no supo qué esperar, pero si Pedro  estaba enfadado con ella, no lo demostraba.
-¿Y ahora qué? -preguntó él.
-¿El otro parque?
-Es una buena caminata.

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