¿Adonde crees que vas?
—A encontrar a mi hermana.
—Pensaba que no podías hacerlo sin mí. Creía que me necesitabas —incluso bajo las farolas, po¬día ver que tenía los ojos vidriosos, como si tuviera ganas de llorar. Quiso abrazarla, pero eso podría enfadarla más. Trató de relajarla—: Escucha, no es una cuestión de confianza —musitó—. Lo que pasa es que no estoy acostumbrado a consultarlo con un compañero, ¿de acuerdo?—De acuerdo —tragó saliva y parpadeó.
Necesitó toda su fuerza de voluntad para no be¬sar esos labios sensuales y entreabiertos y destrozar la frágil tregua.
-Vayamos al Club Undercover a ver qué tiene que decir Tomás.
-¿Tomás?
-El propietario.
-¿Y amigo personal?
-A veces patrón. No estoy seguro de que tenga amigos.
-Qué triste.
-¿Y tú, Paula? -preguntó mientras continuaban por la acera. Miró a todas partes, pero no vio ni rastro del tipo que los había estado siguiendo-. ¿Tienes amigos? Quiero decir, amigos de verdad, no aliados políticos o conocidos socialmente correctos.
-Mi compañera de piso de la universidad... al menos mientras no sale con nadie. Nora tiende a concentrarse principalmente en su pareja del momento. Solíamos ser cuatro las que siempre estábamos juntas e íbamos juntas de vacaciones, pero Cynthia se casó el año pasado y Jennie el anterior. Eso cambió las cosas, aunque supongo que es normal cuando tienes a alguien especial en la vida.
No supo por qué lo alegró tanto que no hubiera nadie especial en su vida.
Paula dejó que Pedro la guiara al interior del espacio oscuro, enorme y humeante, que palpitaba con música alta.
-Eh, Pedro, ¿te consigo una mesa? –preguntó una atractiva camarera con el pelo color púrpura.
-Eres muy amable, Magda, pero vengo a ver al jefe, si está disponible.
-Lo averiguaré -Magda alzó el auricular de un teléfono interior.
-«¿Pedro?».
-Magda es muy amigable -explicó.
-Apuesto que sí -se preguntó si lo suficiente¬mente amigable como para haber sido una de las opciones de Pedro para la noche si fracasaba con ella.
Aunque poco le importaba.
-Te verá -dijo Magda en ese momento-. Pasa. -Gracias.
La música los siguió pero disminuyó de intensidad a medida que bajaban por un pasillo. Pedro se detuvo ante una de las puertas y llamó.
Entraron en un despacho moderno, decorado con paredes de color azul y muebles cromados, y el hombre que había detrás de la mesa dijo: -Pasa.
Tomás tenía el pelo oscuro y peinado hacia atrás, dejando despejado su rostro de un atractivo clásico. Los ojos eran del azul más profundo que jamás había visto Paula,y parecieron desnudarla e inspeccionarla con atención.
-Pedro, me alegro de verte -dijo, aunque la miraba directamente a ella, como si tratara de ver más allá de su disfraz-. ¿Y esta adorable dama es...?
-Paula Chaves.
Paula se sobresaltó ante la mención de su apellido.
-¿Puedo hablar contigo un momento? -susurró-. ¡A solas!
-Un minuto -le dijo Pedro a Tomás antes de regresar al pasillo con ella.
-¡Le has dicho quién era! -lo acusó enfadada. -Tienes que contarle todo lo que sabes si quieres su ayuda -expuso de forma razonable-.
¿Sí o no?
-No si el precio es demasiado alto. ¿En qué estabas pensando? -lo reprendió.
- Tomás es la discreción personificada y lo que le cuentes permanecerá con él -le prometió-. Los medios de comunicación no le interesan más que para publicitar su club. Créeme.
Quería hacerlo. Quería creer que ese Tomás podría ser de ayuda.
-Espero que tengas razón. -Confía en mí. Asintió.
-Lo siento -le comentó Pedro a Tomás al volver al despacho, seguido a regañadientes por Paula. -Sientense -ofreció el otro-. ¿Quieren beber algo?
-Para mí, nada -dijo ella. -No.
-Entonces, ¿en qué os puedo ayudar? -Información -indicó Pedro. -¿Sobre?
-Una chica que podría estar entre los grupos de los lunes y los jueves. -¿Cuántos años? -Diecisiete.
-¿Qué aspecto tiene?
-Se parece a mí -le entregó una foto-. Es mi hermana, Delfina.
Tomás asintió.
-La ví. la otra noche. -¿Cómo puede estar seguro?
-Tengo una memoria fotográfica. Jamás olvido una cara.
-¿Puede encontrarla? ¿O conducirnos a alguien que pudiera?
-No hago milagros. Si está en la calle... Decepcionada, Paula comenzó a levantarse. -Bueno, gracias de todos modos...
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