martes, 2 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 5

Delfina tenía prioridad, y el instinto le decía que Pedro era la mejor apuesta para localizar a su hermana sin que la situación trascendiera a la prensa. No pensaba rendirse.
-¿Y si te hablara de mi hermana menor?
-Adelante -se puso cómodo en una silla de director de cine-. Pero pierdes el tiempo.
Le indicó que podía ocupar la otra silla a juego con la suya, pero, demasiado nerviosa, ella movió la cabeza y se puso a andar.
-Delfina es una joven brillante...
-Como cabría esperar de una Chaves.
-... y un poco rebelde...
-Lo que no puede ser.
-¿Puedo hablar sin oír comentarios? Delfina y yo siempre hemos estado muy unidas. Siempre recurría a mí para hablar, para recibir consejo. Era sensata, meditaba las cosas antes de actuar. Entonces, hace unos meses, algo cambió. Se metió en algunos problemas -reconoció-. De hecho, más de una vez. Nada serio, pero no cuadraba con ella y fue suficiente para conseguir la ira de mi padre.
-¿Porque no exhibía la conducta apropiada? Oh, lo siento. No quieres oír comentarios. Lo olvidaba.
Paula llegó a la conclusión de que no había olvidado nada, no más que ella. ¿Pensaba realmente en la interferencia de su padre o en ellos? En cómo se habían enamorado. En cómo habían consumado los sentimientos hacia el otro.
Al mirar esos familiares ojos almendrados, tampoco ella pudo evitar recordar el pasado. El corazón le latió más deprisa al considerar todas las posibilidades. Se humedeció los labios y se obligó a concentrarse en lo que debía. Su hermana.
-Ha estado tratando de captar la atención de mi padre, por desgracia, de la manera equivocada, excusando con posterioridad sus actos. Lo único que consiguió fue que él se pusiera furioso. Se pelearon... -esperó que Pedro no preguntará la causa- y entonces desapareció. Pensamos que se había ido a la casa de una amiga y que intentaba darnos una advertencia. He hablado con todas sus amigas y ninguna ha reconocido verla. Pero entonces su mejor amiga, Jose, se asustó y admitió que Delfina había pasado a verla unos días atrás y que le había contado que nunca más volvería a casa.-Entonces, ¿por qué no recurrir a la policía? _volvió a preguntar-. ¿O a un investigador privado? Si tu padre no quiere mover las cosas, hazlo tú.
Si hiciera eso, sabía que sería el fin de todo; sin embargo, si la situación lo requiriera, no dudaba de que haría lo que fuera necesario. Pero no en ese momento. No cuando existía una posibilidad de que Pedro la ayudara.
-No sería lo apropiado ahora -respondió con sencillez.
-De modo que aún bailas al son de la música que pone tu padre.
Sintió que se ruborizaba y que deseaba sacudirlo hasta que aceptara ayudarla. En el pasado, Pedro  había dejado que las cosas fluyeran hasta que se enfadaba de verdad. Nadie querías presenciar su lado malo. Aunque su lado bueno compensaba todo. Al menos así había sido. Pero ya no lo conocía tan bien.
Por eso no pensaba contarle nada. No hasta que estuviera segura de él.
-En esta ocasión, mi padre razona con sensatez -no era una mentira descarada. No quería engañarlo, pero estaba desesperada por encontrar a su hermana antes de que sufriera algún daño-. Cree que Delfina intenta preocuparnos y tiene cosas más importantes que requieren su atención.
-¿Más importante que su propia hija, vagando por las calles?

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