-La búsqueda en sí es un juego -al menos el modo en que hacía que ella lo jugara. Pero jamás se tomaba la seguridad de una persona a la ligera, y menos cuando esa persona era demasiado joven para arreglarse por sí misma. Pero Paula ya era mayorcita.
-Bueno, entonces diría que eres un condenado... -respiró hondo y continuó-: Olvídalo. Vámonos.
Se preguntó qué había estado tentada a llamarlo. ¿Tirano? ¿Canalla? ¿Cómo podía culparla cuando desconocía por qué la torturaba? Sin duda, daba por hecho que se trataba de una especie de venganza, y quizá así fuera. Pero no del modo que ella creía.
Paula no tenía ni idea de por qué deseaba todavía a Pedro, pero era verdad. Aceptaba todo lo que le planteaba. Intentaba convencerse de que lo hacía por Delfina.
«¡Mentirosa!», exclamó su voz interior. «Lo haces por ti, porque lo que hubo entre Pedro y tú jamás se aclaró».
Cierto. Su padre le había arrebatado la oportunidad. Pero Pedro no tenía ni idea de lo que realmente había pasado. Y no sabía si alguna vez podría contárselo. Si alguna vez podría concederle ese poder sobre ella.
Al no haber tomado una cena de verdad la noche anterior, estaba famélica. Pero acatando la advertencia de Pedro acerca del dinero, eligió algo barato . Comió con más facilidad de la imaginada el sándwich del establecimiento de comida rápida. Y le supo a gloria.
Mientras bebía café, notó que Pedro analizaba a todas las personas que entraban.
-¿Buscas a alguien? -Ésa es la idea, ¿no? -Te refieres a Delfina...
-No específicamente. Sólo alguien que haya podido cruzarse con ella. -¿Cómo los reconoces?
-Hay algo, aparte de la ropa. Se muestran más alerta a las cosas insignificantes que los rodean. Y más desconfiados.
Paula no quiso entrar en las causas.
-Pero no hay nadie aquí.
Él movió la cabeza.
-Quizá deberíamos ir adonde las probabilidades se incrementen.
Salieron con los cafés y fueron al parque local. Otro diferente y vacío, a excepción de dos mujeres con coches de bebés en la acera.
Apenas era media mañana y el día estaba caluroso.
Paula se dejó caer en un banco a la sombra de un árbol grande y bebió un poco de café.
-Sé sincero conmigo, Pedro. ¿Estamos perdiendo el tiempo?
-Dímelo tú -se subió al banco y se sentó en su respaldo, mirando en torno al parque con ojos penetrantes-. Podemos dejarlo cuando tú lo digas.
-No quiero dejarlo. Quiero encontrar a mi hermana.
-Entonces, no estamos perdiendo el tiempo. Pero sigues tan impaciente como siempre. -¿Yo, impaciente?
-¿Recuerdas el día que quisiste ir a nadar al lago por el calor súbito que hizo, y yo te dije que el agua seguiría estando fría? No me quisiste escuchar.
-Y estuve a punto de morir congelada -al recordar el incidente al comienzo de su relación, rió. Era agradable reír. No recordaba la última vez que algo la había divertido-.Y tuviste que hacerme entrar en calor -«calentarme es más apropiado», pensó con un delicioso escalofrío-. ¿Cómo se suponía que iba a saber que estaba tan fría? ¡Era junio, por el amor del Cielo!
Muy buena la maratón! Al final cumplieron con el pacto! ;)
ResponderEliminarAl fin!! Buenísimaaa maratón, espero el prox cap ansiosa, bsoos @GraciasxTodoPYP
ResponderEliminarMuy buena la maratón. Me encantaron.
ResponderEliminarCumplieron el pacto al pue xe la letra jajajajjaajaj piyuelos
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