viernes, 5 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 21

-Me refiero a torturarme de paso.
-Yo no lo llamaría «tortura» -repuso, divertido-. Entonces, si quieres...
-No, gracias, paso -caminó con él a lo largo de las vías durante un rato en silencio, luego añadió-: ¿Cuál es la historia de ese chico, Franco?
-Una mala vida hogareña -Franco sólo le había pedido que no se pusiera en contacto con sus padres o con las autoridades a cambio de su cooperación-. Su madre está enganchada a las drogas blandas. Conducía el coche con el hermano pequeño de él cuando sufrió un accidente. El pequeño murió, y ella no sufrió ni un rasguño. Nadie descubrió que tomaba drogas y el padre no hace nada para ingresarla en algún centro de rehabilitación.
-¡Qué trágico para todos! -exclamó consternada-. Pero nadie puede obligar a una persona a recibir ayuda. Bueno, quizá la orden de un tribunal.
-El padre podría tratar de convencerla de que ingresara -indicó Pedro con tono sombrío-. Franco afirma que no piensa regresar a menos que las cosas cambien en su casa.
-Y ahora Franco está en la calle y él mismo se droga.
-Aunque no creo que tan a menudo como antes -comentó él con la esperanza de tener razón-. Reconoció que aprendió cuando sorprendió a su madre y ella compartió la droga con él para ganarse su silencio.
-¡Jesús!
-¿Conmocionada? ¿Por qué crees que los niños huyen de sus casas? ¿Porque disfrutan de unas vidas familiares equilibradas y estables?
-Supongo que nunca antes pensé detenida¬mente en ello.
-Pues empieza a hacerlo -musitó, y luego agregó-: Ya que tú eres una persona que podría lograr que se hiciera algo para que la suerte de estos niños cambiara.
-A través de mi padre, quieres decir.
-¿Qué me dices a través de ti?
-No tengo poder. Y mi padre hace algo de bien, ¿sabes? -indicó, sonando a la defensiva-. Quizá tengas motivos para que no te caiga bien, pero ha hecho mucho por esta ciudad y estado. Y también por este país. Ha trabajado para la reforma escolar, y en los cuidados y la representación legal para las personas mayores.
-Bien. Entonces, debería estar interesado en el creciente problema de los jóvenes que huyen de sus hogares.
Paula  guardó silencio. Pedro llegó a la conclusión de que ayudar a los adolescentes sin hogar era algo que evidentemente no le interesaba ni a su padre ni a ella. Esos chicos carecían del poder que brinda los votos, en especial los más jóvenes. No la presionó. Esperaría y le haría ver lo desesperada que puede volverse una persona en la calle.
-¿Adónde vamos ahora? -preguntó ella.
-Conozco un par de sitios en Milwaukee Avenue donde suelen parar adolescentes. Ahí tratan de encajar.
-¿Y entonces qué sucede? ¿Qué cambia? -Ellos -afirmó, invadido por unos recuerdos oscuros...

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