viernes, 5 de junio de 2015

Actitud Incorrecta: Capítulo 19

Apoyó los codos en la mesa, adelantó el torso y carraspeó.
-Caballeros, tenemos un problema.
-Supongo que se refiere a Delfina-dijo Hernán.
Espinoza asintió.
-Y a Paula. Ha incorporado un riesgo a la combinación -explicó el problema, empezando con el motivo por el que Delfina se había fugado y terminando con el pasado de Pedro Alfonso con su hija y el modo lamentable en que había terminado esa relación-. No dudo de que Alfonso busca alguna clase de venganza, de modo que cuanto menos sepa, mejor. Eso significa que necesitamos una solución rápida, caballeros, antes de que averigüe demasiado. Necesitamos solucionar esto antes de que el control se nos escape de las manos.
-Me ocuparé del asunto -prometió Suarez.
Como de costumbre.
Chaves sabía que podía contar con su jefe de personal. Podía contar con todos, ya que necesitaban su aprobación y apoyo.
-¿Cómo quiere que se lleve?
Chaves explicó con precisión lo que tenía en mente.
-No, no la he visto -dijo Franco, devolviéndole la foto de Delfina a Paula, quien se la guardó en el bolsillo con cremallera de la mochila.
Franco era uno de los primeros jóvenes a los que Pedro había grabado. Después de inspeccionar detenidamente a Paula, el chico no se molestó en ocultar su suspicacia. Tampoco sus compañeros, que permanecían detrás, cerca de la estructura elevada del tráfico rápido y los observaban con cautela, como si estuvieran dispuestos a huir para salvar las vidas.
Pedro sabía que era algo que quizá tuvieran que hacer antes de que hubiera pasado la noche. Los chicos en la calle eran vulnerables. Blanco de toda clase de depredadores.
-Es mi hermana -explicó Paula-. Por favor... de verdad me necesita.
-¡He dicho que no la he visto!
Pedro pasó un brazo alrededor de los hombros de Paula y le apretó uno para impedir que insistiera en lo que Franco pudiera saber. A pesar de lo asustada y desesperada que tal vez se encontrara, podría ahuyentar una pista potencial.
-Bueno, Franco-comentó con genuina preocupación-, ¿has hablado últimamente con tus padres?
-¿Para qué? -aunque el chico ofrecía una fachada de dureza, no podía ocultar la vulnerabilidad que ocultaba su corazón de dieciséis años-. Lo mismo de siempre.
Pedro asintió.
-Mantén los ojos y los oídos abiertos por Delfina, ¿querrás? Tienes mi número -deslizó un billete de veinte dólares en la mano del chico-.Y compra comida de verdad para todos -indicó a los otros-. No drogas¬
-Sabes que ya no me meto drogas -afirmó Franco, mirando con nerviosismo a Paula.
Aunque Pedro sabía que Franco mentía, sin duda por Paula, no lo contradijo.
-Haré correr la noticia -prometió el chico-. Si me entero de algo, te lo diré.
-Gracias, Franco. Y cuando cambies de idea sobre el refugio, házmelo saber también.
-No, me arriesgaré por mi propia cuenta.

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