viernes, 29 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 63

 —No te echo la culpa de lo que pasó con… Con Valentina. Y… Te deseo mucho. Necesito que tus brazos me abracen, necesito oír tu corazón latiendo acompasadamente con el mío.


—Paula, mia cara. ¡Te he deseado tanto! —dijo, abrazándola con fuerza y respirando su aroma.


Paula sintió cómo le temblaban los brazos a Pedro, cómo le latía el corazón contra el suyo.


—Por favor, Pedro, hazme el amor —pidió, apartando cualquier duda de su mente… 


—Te voy a hacer el amor entregándote todo mi corazón, Paula mia — susurró Pedro. 


Habían ocurrido tantas cosas que todavía se sentía nervioso. Amaba a aquella mujer. Quizá la había amado desde la primera noche que la había visto, hacía seis años en aquel mismo hotel.


—No hay nada que desee más que hacerte el amor, Paula. Lo admito — se sinceró, abrazándole la espalda—. Permíteme demostrarte…


Pedro la deseaba tanto que le aterrorizaba, ya que aquel deseo hacía que perdiera el control y le dejaba indefenso. Pero no se podía apartar. Tenía que poseerla.


—Luc. Yo… Te necesito —dijo Paula desde lo más profundo de su corazón. Tenía hambre de él, pero eso era sólo el principio. Su corazón lo anhelaba y, aunque eso la aterrorizaba, tenía que acercarse a él.


—Entonces tócame y siente cómo mi cuerpo arde por tí —ordenó Pedro, colocando la mano de ella sobre su pecho. La miró profundamente a los ojos.


Paula sintió cómo le quemaba la piel y cómo se le aceleraba el corazón. Pedro era fuerte y a veces aquella fortaleza le hacía parecer inflexible, pero tenía un corazón muy bondadoso que había mostrado aquella noche, así como también en anteriores ocasiones. Paula le había pedido que se alejara de ella y que saliera de su vida. Dió un grito ahogado al recordarlo, preguntándose cómo iría a ser capaz de vivir sin él. En aquel instante parecía imposible. Presionó su cuerpo contra el calor y el hambre de él.


—Quiero tocarte, Pedro.


En realidad necesitaba hacerlo; pensaba que, si no lo hacía, iba amorir…


—No quiero tener que parar. 


Pedro se rió ásperamente, provocando que a Paula le recorriese un escalofrío por la espina dorsal.


—Estoy ardiendo de deseo, por dentro y por fuera. No puedo pensar en otra cosa que no seas tú.


Entonces comenzaron a desnudarse. Debajo del vestido que llevaba aquella noche, Paula sólo llevaba bragas y unas medias sujetas por ligas negras. Pedro le acarició los pechos para después bajar la cabeza y comenzar a besarlos. Ella cerró los ojos y dejó que las emociones se apoderaran de su cuerpo. Con cada caricia, él dejaba claro la adoración que sentía por ella. Con cada palabra que murmuraba la alababa, le dejaba claro cuánto la deseaba y necesitaba. 

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