viernes, 1 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 12

 —Ahorrará muchas preguntas difíciles. Creo que podemos lograr la imagen de dos personas que están muy interesadas la una en la otra. ¿No crees?


—Simplemente porque una vez tuvimos un breve romance… —dijo ella, furiosa ante aquel descaro—. No podemos fingir ser amantes.


En ese momento el semáforo se puso en verde, y Pedro continuó conduciendo.


—No recuerdo haber utilizado el término «Amantes», pero necesitamos una razón para que se nos vea juntos en público. ¿Es un problema tan grande para tí, Paula? Si mantiene contenta a María y tú vendes tus vestidos…


—Deberías decirle la verdad.


—Es mi familia. No permitiré que le pase nada. Ya he dado algunos pasos… —dejó de hablar.


Pero ya era demasiado tarde. Paula recordaba lo que él había dicho en otra ocasión sobre que había comprado algo para su tía…


—Has pagado sus deudas, ¿No es así? Pero si has hecho eso, ¿Por qué molestarte conmigo sobre ello? Ya está arreglado, ¿Verdad? 


—Excepto por el hecho de que tú eres responsable de devolver todo ese dinero por tus vestidos, ¡Y pretendo ser testigo de que lo haces! De todas maneras, ¿Cómo lo has adivinado? Yo no te lo he dicho.


Pedro agarró con fuerza el volante, y Paula recordó cómo esos mismos dedos le habían acariciado la barbilla, sujetándola, habiéndose preparado para besarla…


—¿Cuánto ha sido, Pedro? ¿Cuáles son las condiciones? ¿Cuánto dinero te debe María?


—No importa cómo lo hice, o cuánto pagué. No podía dejarla colgada de esa manera, así que… Dispuse algunas cosas.


—A mí me importa. Yo le vendí mi colección a María, no a tí. No quiero estar atada económicamente a tí.


—¿Ah, no? Bueno, acabas de darme una razón para contestarte —dijo Pedro, enfadado—. Pagué las deudas de María y dispuse que ella fuera pagando en pequeñas cuotas con poco interés y a largo plazo. Por lo que a ella respecta, es un gesto filantrópico de alguien que simplemente desea ser parte de la industria de la moda, que tiene mucho dinero y que es lo suficientemente excéntrico como para hacer eso por propio placer. Creo que ahora eres mía, Paula. Acostúmbrate a ello.


Aunque Paula había supuesto que la verdad iba a ser desagradable, oír aquello hizo que se le formara un nudo en el estómago.


—Cuando María esté preparada para ello, le diré toda la verdad —dijo él, mirando a Paula para advertirla—. Hasta entonces, no le dirás nada de esto.


—Has hecho que sea imposible que yo hable con ella —dijo Paula, echando chispas—. ¡Como bien sabes!


—A mí lo que me importa es el bienestar de María —entonces cambió de asunto—. Nunca hablaste de tu familia cuando estuvimos juntos en Milán, pero aun así veo que debes tener una buena relación con tus hermanas. Hay una pared llena de fotos de ustedes tres, y es obvio que Sofía te protege mucho, pero… ¿Qué pasa con tus padres?


—Por lo que a mí respecta, están viajando por las galaxias en una nave espacial —espetó Paula, que respiró profundamente—. Mis hermanas son lo que me importa.


En aquel momento, Pedro detuvo el coche delante de una elegante y lujosa casa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario