—Exactamente.
—¿Estás de acuerdo conmigo? —preguntó ella, sorprendida.
—Sí. Feli es un chico estupendo y tu esposo hizo un trabajo excelente con él. Quiero darle tiempo a para que me acepte en su vida, para que se acostumbre a la idea de que voy a estar cerca a partir de ahora.
A pesar de la dureza que había mostrado con ella, Paula sintió pena por él. Porque no conocía nada a su hijo.Y la culpa era de ella.
—Pedro—dijo con cautela—. Confía un poco en Feli. Es listo y pragmático. Ya te conoce un poco y le pareces maravilloso. Puedes decírselo ahora. Sabrá aceptarlo.
—No —él le lanzó una mirada imperiosa que a ella le recordó al viejo Pedro.
—Te equivocas en eso —insistió ella.
—Piensa lo que quieras, es mi decisión —repuso él, como si hasta ese momento no se le hubiera ocurrido que ella pudiera objetar nada.Decididamente, sí se parecía al viejo Pedro. Se parecía demasiado.Y tenía razón. La decisión era de él. Tenía derecho a decírselo a Feli cómo y cuándo quisiera.
—¿Cómo puedo ayudarte a conocer a tu hijo? —preguntó con suavidad—. Supongo que querrás pasar tiempo con él de manera regular. Creo que podemos encontrar un...
—¿Cuándo empieza el colegio?
—A finales de agosto —contestó ella—. El veinticuatro o el veinticinco.
—Quiero que Feli y tú se muden aquí conmigo inmediatamente. Un par de meses viviendo con él pueden ayudarnos a conocernos mucho. Antes de que vuelva al colegio le diré que soy su padre.
—Pero yo no...
—No he terminado —Pedro le lanzó una mirada larga y poco amistosa—. Necesito que estés aquí al principio para facilitar las cosas. Quiero que se sienta cómodo y que la visita le parezca natural y no se lo parecerá si no estás tú también.
—Puedes decirle quién eres —insistió ella una vez más.
—Todavía no.
—Pedro, esto no me gusta. Creo que...
—No me importa lo que a tí te guste o lo que creas. Te necesito aquí para que mi hijo esté cómodo en esta casa. Y creo que nos debes a los dos estar aquí al principio. Cuando Feli sepa la verdad y haya tenido tiempo de adaptarse a estar conmigo, podrás volver a San Antonio y venir a buscarlo unos días antes de que empiecen las clases.
—¿Y después de eso?
—Después querré pasar tiempo con él. Vacaciones, verano... Y tendremos que ir a los tribunales.
Paula se sintió vagamente enferma.
—¿A los tribunales?
—Es mi hijo y quiero que sea legal. Quiero un documento que diga que es un Alfonso.
—De acuerdo.
—La adopción puede presentar dificultades.
—¿Adopción? —Paula tardó un momento en comprender—. No, no. Manuel no lo adoptó.
—¿Por qué no?
—Decidimos que no. Por lo que tú acabas de decir... Feli era y es tu hijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario