domingo, 25 de septiembre de 2016

Otra Oportunidad: Capítulo 49

Noelia cerró de un portazo y cruzó el vestíbulo hasta llegar al salón.

—¡Maldito sea! —exclamo mientras se servía un whisky.

Aquella noche había oído más tonterías de las que podía aguantar. Había pensado que ir a la fiesta sería divertido, pero el juez Creighton no había dejado de interrogarla sobre el súbito interés de Pedro por los procesos de adopción de niños. Luego, su amiga Malena le había preguntado por la ausencia de Martín e incluso había insinuado que ya no estaba interesado en ella. Y tres personas afirmaban haber visto a su ex marido con una rubia; obviamente, con Paula Chaves.

Siempre había supuesto que Pedro y ella volverían a estar juntos. Había esperado mucho tiempo, con paciencia, y sabía que los últimos meses no habían sido fáciles para él. Además, su trabajo no estaba tan bien pagado y apenas tenía dinero para mantener su piso y pagar los caprichos y parte de la manutención de Franco. Pero Pedro no había vuelto a su lado.

Avanzó por el salón, se quitó el abrigo y lo arrojó a un sofá con un gesto brusco pero sin derramar una sola gota de whisky. Después, se acercó al teléfono y marcó su número. Cuando saltó el contestador, colgó. No le gustaba dejar mensajes. Se pregunto si estaría con aquella mujer y lo maldijo de nuevo. Acto seguido, se pregunto donde se habría metido Martín y su humor empeoro todavía más. Se suponía que solo iba a estar una semana en Londres, pero ya llevaba dos y no la había llamado ni una sola vez. De repente tuvo miedo. Tal vez era cierto que se había cansado de ella. Y si Pedro no cambiaba de opinión, se quedaría sola. La idea le pareció insoportable. Apreciaba realmente a Martín. Tenían muchas cosas en común: los mismos amigos, la misma forma de vida, las fiestas, la vida social. En cambio, Pedro siempre había preferido la casa de la montaña.

—Después de todo lo que he hecho por él, resulta que quiere más a la naturaleza que a mí —dijo con amargura.

Miró el reloj e intento calcular que hora sería en Londres. Pero no importaba. Lo que tenía que decir era demasiado importante para esperar. Marcó el número del hotel donde se alojaba Martín y esperó. Contestó al segundo timbre.

—¿Te… he despertado, cariño? —preguntó.

—¿Noelia? ¿Que tal estas?

Noelia esperó un par de segundos. Martín no le había dedicado ninguna expresión de cariño. Aquello empezaba a ser preocupante.

—Estoy bien. Acabo de llegar a casa… he estado en una fiesta con la mitad de la sociedad de Denver. Pero sin tí no era lo mismo. Te echo de menos.

—Las cosas se han complicado un poco. De hecho, ha surgido un asunto inesperado…

—¿Inesperado? Cuéntamelo todo.

Noelia se aferró al brazo del sofá, hecho un trago de whisky e intento mantener la calma.

—Pensaba hablar contigo mañana o al día siguiente. Es posible que tarde en volver a Denver… excepto para hacer las maletas. Me han ofrecido un empleo aquí, en Londres.

Noelia pensó que el mundo se hundía bajo sus pies.

—¿Londres? Martín, no puedes vivir en Londres.

Martín rió.

—Es una oportunidad fantástica. Sería un estúpido si la rechazara.

—¿Y que hay de mi?

El silencio que siguió fue tan largo que ella se sintió muy incómoda.

—Me refiero a que estábamos saliendo y todo eso… —continúo.

—Noelia, te pedí que te casaras conmigo y nunca me diste una respuesta. He sido paciente, cariño, pero todo tiene un límite. Creo que la separación será buena para nosotros. Podremos saber lo que queremos.

—Comprendo.

—Esta es la primera vez que me llamas, de hecho. Empezaba a preguntarme si habrías notado que me había ido. ¿Que tal esta Pedro, por cierto?

—No lo sé. Se ha ido fuera a pasar el fin de semana. Franco está conmigo.

—¿Y que tal está Fran?

—Bien. He presentado una demanda para quedarme con su custodia e impedir que Pedro lo vea.

—¿Por que?

Noelia notó la sorpresa en su tono de voz. Tal vez había sido algo impulsiva, pero no quería que su hijo creciera cerca de Paula Chaves.

—Pedro está saliendo con una mujer que es poco apropiada para él. Quien sabe lo que puede pasar si no intervengo. Tenía que proteger a mi hijo.

—¿A tu hijo? ¿O a tí misma?

Noelia apretó el auricular.

—¿A que te refieres?

—No es ningún secreto que quieres que Pedro vuelva contigo, aunque no entiendo porque. Acepta que se ha marchado. Cásate conmigo.

—Pero si vas a vivir en Londres…

—Te encantaría esta ciudad. Es un lugar maravilloso y sorprendente, lleno de cosas nuevas. Y esta relativamente cerca de todas las capitales importantes de Europa… nos divertiríamos mucho. Además, no seria para siempre. Podemos volver a Denver cuando nos cansemos —declaró.

—Deja que lo piense, cariño. Me has dado una buena sorpresa…

—Volveré dentro de una semana para hacer las maletas. Necesito una respuesta para entonces, Noelia.

Ella rió con nerviosismo.

—¿Eso es un ultimátum?

—Si no vas a casarte conmigo, tendré que seguir con mi vida. No quiero vivir solo y tener que esperar a que algún día decidas si soy mejor que Pedro.

—No se trata de eso, Martín…

—Te llamaré cuando vuelva a Denver.

Martín colgó y ella se quedó con el teléfono en la mano, mirándolo. Estaba tan nerviosa que culpó de todos sus males a Pedro y se preguntó que podía hacer para que el juez le impidiera ver a Franco. Recordó los comentarios del juez Creighton y se dijo que debía investigar que interés podía tener su ex marido en los procesos de adopción. A esas horas ya era algo tarde para hacer llamadas telefónicas, pero dedicaría el día siguiente a investigarlo.

2 comentarios:

  1. Muy lindos capítulos! Menos el último, se me hace que Noelia no los va a dejar vivir tranquilos lo que sienten!

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