miércoles, 19 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 36

 –¿Estás intentando seducirme? –le preguntó dejándose llevar por la excitación.


–Paula… –suspiró él–. Paula, quieres que te seduzca, ¿Verdad?


Paula le colocó una mano en el centro del pecho y sintió el latido de su corazón en la palma.


–Pero no puedes –le dijo–. Tienes que volver a tu país.


–¿Qué debo hacer? –se preguntó Pedro en voz alta–. No me digas que lo único que quieres es que conversemos y tomemos café. No es eso, ¿Verdad que no? Por favor, dime que no.


Paula buscó una contestación y no la halló. Le latía el corazón desbocado.


–¿Todo esto forma parte de la aventura? –acertó a preguntar.


La ternura se tornó enfado y Pedro la soltó de repente y se apartó.


–¿Qué aventura? –se indignó–. ¿Quién ha hablado de aventuras? Debería silenciarte con mi propia boca, pero quiero escuchar lo que tienes que decir. ¿Te crees que soy un caradura, que soy un ligón sin escrúpulos? –añadió–. Me he enamorado de tí, Paula, y el amor es una fuerza, la fuerza más potente del universo. No lo estaba buscando, no lo busqué, pero ha sucedido. Lo que hay entre nosotros brotó en cuanto nos vimos. No lo niegues. Tú sientes lo mismo… A menos que así me lo hayas hecho creer a mí y no sea cierto…


Paula comprendió que había puesto en entredicho el honor de Pedro y que no le había hecho ninguna gracia. Lo que sentían se les iba de las manos, cada vez era más fuerte. ¿Cuánto tiempo tardarían los demás en darse cuenta? Se acercó a él.


–¿Y la mujer que te está esperando en Argentina? –le preguntó– . Tienes novia allí, ¿Verdad? –lo acusó presa de los más terribles celos.


Seguro que era joven y guapa y su familia la aprobaba.


–¿Mujer? ¿Qué mujer? –contestó Pedro–. Así que es eso, ¿Eh? – añadió como si Paula fuera tonta.


–Claro que es eso –contestó Ava tensándose.


¿Cómo se atrevía a hablarle con tanta arrogancia? Pedro la tomó de la mano y tiró de ella hacia el jardín.


–¿Adónde me llevas? ¿Adónde vamos? –quiso saber Paula, alarmada.


–No te preocupes, no va a pasar nada –le aseguró él avanzando por el camino.


Olía a gardenias, a todo tipo de flores exóticas y a césped recién cortado.


–¡Pedro! –se quejó Paula con la respiración entrecortada.


¿Todavía no se había dado cuenta de que no se podía resistir a él? En un punto, abandonaron el camino y se internaron entre los árboles, donde Pedro volvió a tomarla de la cintura.


–¿Con quién has hablado? –le preguntó–. No hace falta que me lo digas. Con la pequeña Moira.


Paula no lo negó. La conversación que había mantenido con Moira la estaba haciendo sufrir.


–Le has dicho que hay alguien especial esperándote en Argentina –lo acusó.

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