viernes, 28 de abril de 2017

Amor Inolvidable: Capítulo 25

Pedro no podía creer que su amigo hubiera intentado ligar con Paula. ¿De qué iba todo aquello? Cada vez que se la imaginaba en sus brazos le entraban ganas de pegarle un puñetazo a Lucas.

Detuvo el coche en el terreno vacío que había frente al departamento de Paula. Le había dicho que la vería más tarde, después del trabajo. No a ella, sino a Olivia. Estaba allí para ver a su hija. Sólo había otro coche estacionado, y era el viejo utilitario del novio de Laura. El lujoso vehículo de Lucas Andrews no estaba a la vista. No es que él estuviera espiando. Paula tenía derecho a ver a quien quisiera. Pero qué diablos, la idea de que estuviera con otro hombre le destrozaba. Cruzó la calle y llamó a la puerta con los nudillos en lugar de apretar el timbre por si acaso Oli estaba dormida. Se abrió la puerta y allí estaba Paula con unos pantalones blancos cortos que le hacían unas piernas increíbles. La camiseta rosa dejaba al descubierto parte de su escote. Haciendo un esfuerzo por controlarse, alzó la vista.

—Hola —su voz sonaba oxidada como la puerta vieja de un jardín. Confiaba en que ella no lo hubiera notado.

Paula se llevó el dedo a los labios para pedirle silencio.

—Oli acaba de dormirse —susurró con un tono que a Pedro se le antojó sensual—. Cuando va a la guardería siempre llega agotada.

—Siento no haberla visto —en parte porque ahora no tenía una razón para quedarse. No tenía excusa para quedarse con ella, y todas las células de su cuerpo estaban empezando a desear verla desnuda—. Me voy…

—Espera… hay algo de lo que quiero hablarte. Es un asunto importante y me alegro de que la niña esté dormida para que no nos interrumpa.

—De acuerdo —Pedro tragó saliva mientras entraba y cerraba la puerta tras de sí—. ¿De qué se trata?

—Quería decirte que no tuvieras celos de Lucas.

—No tengo celos —mintió—. Pero vale.

 —Es sólo un amigo —se explicó Paula.

 No era el momento para mencionar que a Lucas siempre le había caído bien ella.

—De acuerdo.

—Aunque estuviera interesado en mí, que no lo está, yo sólo puedo verlo como un amigo.

—Me alegra saberlo. Pero nunca se me pasó semejante idea por el pensamiento.

—Sé que eso es mentira. Sobre todo porque me preguntaste si me había invitado a salir o no. Nunca causaría un problema entre Lucas y tú. Sólo quería que supieras que no hay ninguna razón en absoluto para que tengas celos de él.

—De acuerdo entonces —aquella conversación no estaba ayudando a su estado de ánimo—. Si no hay nada más, me pondré en marcha.

—De hecho quería decirte más cosas —Paula lo miró y se pasó la lengua por los labios carnosos.

Pedro contuvo un gemido. No había ningún hombre en el planeta que no se hubiera excitado. Era lo más sensual que había visto en su vida.

—¿Qué más tienes en mente? —consiguió preguntar.

—Quería hablarte de la reunión que he tenido hoy. He ido a ver a un abogado.

Aquello no era lo que esperaba que dijera.

—¿Para qué? ¿Hay algún problema?

—No. Sólo quería que supieras que estoy dando los pasos legales para asegurarme de que te reconozcan como padre y tutor de Oli. Cuando tengamos los resultados de la prueba de ADN se los llevaré.

—No es necesario. Ya nadie duda de que sea mía.

—Lo sé. Pero quiero asegurarme de que no haya cabos sueltos —Paula se retorció las manos—. El abogado va a ocuparse del papeleo necesario para poner tu nombre en el certificado de nacimiento. Tendremos que ir al juzgado a presentarnos ante un juez para solicitar la custodia compartida.

—No puedo creer que hayas hecho eso.

—Es la verdad —Paula encogió sus estrechos hombros—. Te juzgué mal. No importa que tuviera miedo y mis hormonas bailaran. No hay excusa. Estoy tratando de hacer bien las cosas por nuestra hija.

Pedro había estado preguntándose cómo podría sacar el tema de los asuntos legales con ella, y para su sorpresa, Paula había actuado sin necesidad de que él la presionara. Durante unos segundos, se limitó a sonreír como un idiota y luego la rodeó con sus brazos, levantándola del suelo.

—Eso es increíble —dijo.

Los dos se rieron y a Pedro se le pasó por la cabeza la idea de que hubiera actuado así ante la noticia de que iba a tener un hijo suyo. Pero seguramente no era cierto. Una mujer le había dicho lo mismo en una ocasión y resultó ser mentira. Lo que no era mentira era que deseaba a Paula.

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