domingo, 29 de enero de 2017

Destinados: Capítulo 38

—¿Has hablado con él?

—Claro que sí. Hemos tenido una larga conversación. Nico me dijo que había sido marine. Es un hombre impresionante que tiene grandes responsabilidades. Había pensado llamarlo para darle las gracias por ayudarlo, pero él se me adelantó —explicó su padre—. Mira las fotos que ha enviado. Hay una de Nico en lo alto de El Capi… —comenzó a decir su padre y se interrumpió, emocionado.

Paula se acercó y miró la pantalla del ordenador. En la foto, Nico se parecía a Gonzalo a su edad. Estaba muy guapo. Su padre pasó a la siguiente foto, una de Pedro caminando con el niño sobre la cima. La expresión que el guardabosques mostraba sólo podía ser descrita como amor. Y su sobrino lo miraba con adoración. Su padre hizo un sonido gutural.

—Mira eso.

—¿Pau? —llamó Nico nada más entrar en casa—. ¿Ha llamado Pepe? Me dijo que llamaría.

—La verdad es que sí —respondió su abuelo—. Quería tener nuestra dirección de correo electrónico para poder mandarnos unas fotos. Mira, aquí estás tú con él y con Pau.

Nico se acurrucó junto a su abuelo para verlo todo. Emitió todo tipo de sonidos de excitación.

—Me alegro de que tomaran las fotos antes de que te convirtieras en un marine —comentó su abuela.

Paula la abrazó. Ella también echaba de menos los rizos de Nico.

—Quiero devolverle la llamada —dijo Nico cuando hubieron visto todas las fotos.

—Ahora no podemos —contestó ella, presintiendo una pelea—. ¿Lo has pasado bien con Ramiro?

—Más o menos —dijo el niño y le apretó el brazo a su abuelo—. ¿Puedes llamarlo tú? Tengo su número —señaló y se lo sacó del bolsillo.

El mocoso lo llevaba consigo a todas partes, se dijo Paula. Miguel miró a su hija y a su esposa antes de responder.

—Te dejaré llamarlo por esta vez, para darle las gracias por las fotos.

—¡Hurra! Te quiero —dijo el niño y lo besó en la mejilla. —

Yo también te quiero, pero Pau tiene razón. Pedro no tiene mucho tiempo libre para hablar. Tenemos que respetarlo.

—Pero anoche me dijo que yo podía llamarlo porque era su persona favorita.

 —Bueno, eso es un gran cumplido —comentó su abuelo.

—¿Qué significa cumplido?

—Significa que tienes suerte de que un hombre como él se preocupe tanto por tí —repuso Paula.

—Dice que me quiere.

—¿Y quién no?

Perpleja porque Pedro hubiera usado esas palabras con el niño, Paula lo abrazó para ocultar sus sentimientos. Para el niño, que Pedro lo quisiera significaba que tenía permiso para ser parte de su vida. Aquello no iba bien. No era de extrañar que Nico insistiera tanto en hablar con él, recapacitó. ¿Qué podía hacer ella? Necesitaba consejo.

El doctor Karsh le había pedido que lo llamara después de volver. Ella había planeado hacerlo, pero no tan pronto. Por desgracia, la declaración de afecto de Pedro por su sobrino había acelerado las cosas. Se inclinó para hablarle a su padre al oído.

—Mientras telefoneas a Pedro, iré a mi habitación para llamar al doctor Karsh.

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