martes, 19 de mayo de 2015

Cuestiones Privadas: Capítulo 17

Paula miró hacia arriba y vio que el señor Alfonso estaba a su lado, mirándola con los ojos muy abiertos.
-¿Qué demonios estás haciendo?
Pedro cruzó los brazos sobre el pecho. Era, pensó Paula, un pecho formidable. Pedro se había quitado la chaqueta del traje, se había aflojado la corbata y arremangado la camisa. Lo hacía a menudo, pero ella nunca se había dado cuenta de que sus brazos estaban cubiertos de ese vello moreno y suave,
-Bueno, ¿me vas a decir de una vez qué estabas haciendo?
Paula colgó el teléfono y cruzó las manos sobre su regazo.
- Estaba... haciendo una llamada.
-¿A quién?
- Era... personal, señor Alfonso.
- Ya me imagino que no te dedicas a comentar las prácticas sexuales de los pigmeos con los clientes.
- No estaba comentando las prácticas sexuales de los pigmeos.
-¿Qué estabas comentando entonces?...
- ¿Puede echarse un poco hacia atrás, por favor? Así me podré levantar.
-Antes contéstame.
- No tengo por qué hacerlo. Ya le he dicho que era una llamada personal.
-¿Me has preguntado alguna vez si podías hacer llamadas personales?
- No, no se lo he preguntado. Pero usted nunca me ha...
-O sea, que nunca me lo has preguntado.
- Le pagaré la llamada - replicó ella.
- No quiero su dinero. Quiero saber con quién hablaba sobre las prácticas sexuales de los pigmeos y por qué.
-¡Maldita sea! -exclamó, levantándose enfadada -. No estaba hablando de las prácticas sexuales de los pigmeos, ya se lo he dicho. Estaba dejando un mensaje en un contestador.
-¿El contestador del Museo de Historia Natural?
- No, el contestador del apartamento de un hombre - contestó ella.
Bueno, era casi cierto. No era un apartamento, sino que había llamado a la sección de contactos, pero el hombre sexy y guapo seguramente escucharía los mensajes que le habían dejado desde su apartamento.
-Bien, bien, bien -Pedro entornó sus ojos-. La verdad es que eres una caja de sorpresas. No me extraña que Hernán te llevara a cenar anoche. Él sabe lo que se hace.
Paula colocó las manos en las caderas.

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