lunes, 15 de agosto de 2016

Juntos A La Par: Capítulo 49

—Fer.

—No, no me detengas. Yo te amo, Paula y quiero que te cases conmigo.

Ella titubeó, pero Fernando aprovechó su sorpresa para comenzar a besarla en forma apasionada. Paula intentó zafarse. Separó su boca hacia un lado y le dijo:

—No, Fernando, ¡Déjame!

—No te haré daño, te lo prometo, pero es que eres tan hermosa… y nosotros podremos casarnos en tres meses… —intentó introducir una de sus manos entre el vestido de Paula. Ella saltó, alarmada. Un botón del corpiño cayó sobre su regazo.

—Detente, Fernando. ¡No me gusta que me manosees! —exclamó asustada.

—Siempre fuiste una puritana ¿No es eso? Diferente del resto del grupo. Eso fue lo que más me atrajo de ti, desde el principio —le dijo con brevedad.

—Sí, además de que soy hija de un hombre muy rico…

—Es cierto. Cuanto te conocí estaba en una situación económica difícil. Pero ahora, aquí estoy pidiéndote que te cases conmigo porque te amo.

—Estás aquí porque mi padre te envió, ni siquiera tuvo un poco de tiempo para venir él a verme —manifestó con amargura—. Y no creas que soy tan inocente como para no darme cuenta de que mis padres creen que tú eres la pareja ideal para mí.

—¿Y qué si lo piensan? Tu padre me ha elegido para sucederlo en la compañía, va a darme la oportunidad que le daría al hijo, si lo tuviera y por supuesto que le encantaría vernos casados —bajando la voz continuó—: pero nada de eso altera el hecho de que yo te ame por lo que vales y representas.

Ahora Paula ya no estaba muy segura de que él estuviera diciendo la verdad, lo que sí sabía era que nunca lo había visto tan fuera de control. Trató de razonar con él.

—Fer, te agradezco tus palabras pero debo decirte que no te amo, y no puedo engañarte ni engañarme pretendiendo sentir algo que no existe.

—Cásate de todas maneras conmigo —pidió con urgencia—. Después de todo, el amor puede ser una cosa pasada de moda. Nos gustamos tenemos los mismos antecedentes, amigos en común, en fin… podríamos ser felices.

—No, Fer, no podría aceptar, además no estoy segura de que nuestros antecedentes sean similares, cada vez más, este lugar me parece mi hogar. Dudo que alguna vez regrese a Vancouver, ni siquiera para hacer una visita. Debiste haber sabido mi respuesta… Tú mismo notaste mi cambio al verme aquí. Yo ya pertenezco a este lugar.

—A tu padre no le gustará eso.

—Yo no puedo vivir mi vida complaciendo a mi padre. Déjame que sea franca contigo, Fernando. Yo sé que he sido una decepción para él desde el momento en que nací, porque no fui el esperado hijo que él deseaba para heredarle el imperio quecomenzaba a forjar. Desde entonces siempre me ha visto como un objeto de adorno, alguien que debería casarse con un hombre que satisfaga sus necesidades de padre insatisfecho. Siento que te suene algo pasado de moda, pero ésta es la forma como su mente trabaja. Él no me ama y ni siquiera se da cuenta, pretende utilizarme para sus planes de negocios, únicamente como un objeto de canje, pero no como a una persona. Está enfadado porque no me he prestado a su juego, pero sé que no está dolido puesto que no me quiere. Y allí existe una gran diferencia entre él y yo.

—¿Acaso pretendes quedarte a vivir aquí para siempre? —preguntó Fernando.

—No sé si para el resto de mi vida, pero sí por algún tiempo.

—Ya veo —se sentó derecho apoyándose en el respaldo del asiento; no pudo esconder el dejo de ironía que tenía su voz—, tu padre sospechaba algo de esto y por ello me dijo que te hiciera saber que te da un mes de plazo para regresar a Vancouver, en caso de que no obedezcas, te suspenderá la mensualidad.

—Como tú sabes, tengo un empleo, así que eso no me importa —dijo desafiante.

—¡Un empleo! ¿Acaso vas a decirme que Pedro Alfonso te pagará siquiera la mitad de lo que tu padre te envía cada mes?

—Quizá no, pero de todos modos yo aquí no necesito tanto dinero como en Vancouver.

—Paula, estamos saliéndonos del punto. Yo no vine esta noche para discutir contigo sobre tu padre o tu dinero. He venido para pedirte que te cases conmigo. Por favor, ¿No quieres reconsiderar tu respuesta?

—No Fer, no puedo —negó ella sin titubear—. Tú escuchaste que Pedro me propuso matrimonio esta misma tarde, ¿No es cierto? Pues bien, esta vez he decidido que lo voy a aceptar.

—¡No puedes hacerme eso! ¡Tú no sabes nada acerca de ese hombre!

—Sé lo que importa. Él es un buen padre, inteligente y sensible y nos agradan las mismas cosas.

—Él no te ama como yo te amo, Paula.

—Tú no tienes manera de saber eso —y añadió con rapidez—. Fer ¿Por qué no me llevas a casa?

Como respuesta, Fernando puso el auto en marcha; Paula pensó aliviada que le agradecía no haberse puesto en plan más difícil.

2 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! Que mal que me cae este tipo, no sé como Paula le sigue dando pelota!

    ResponderEliminar
  2. Qué buenos caps, me encanta que Pau lo haya frenado a ese ridículo e interesado Fernando.

    ResponderEliminar