viernes, 12 de febrero de 2016

Necesito Tu Amor: Capítulo 5

-Si muere... -dijo Federico con la voz invadida por la emoción.

-No morirá -dijo ella mirando con fiereza a la viva imagen de Pedro que era Federico -. No le dejaré.

Fede la abrazó sin decir nada. No era necesario, pues ambos sabían que ella no podría hacer que Pedro viviera, pero eso no iba a impedirle a ella intentarlo.

-El médico dice que su estado no ha cambiado desde que lo estabilizaron poco después de traerlo aquí.

-Sí -dijo ella, que había estado allí todo el tiempo.

-¿Cuándo has venido? -preguntó él.

-Un par de horas después de que tú llamaras.

-Pero se tarda más de dos horas en llegar hasta aquí... Ella suspiró y se encogió de brazos. -Menos mal que no te han puesto una multa. Pedro se hubiera enfadado mucho contigo por ello.

-Cuando salga del coma, puede sermonearme todo lo que quiera por mi forma de conducir.

Fede  asintió.

-Tienes razón -dijo, antes de recorrer el cuarto con la mirada como si estuviera buscando algo-. ¿Dónde está Giuliana? Creía que ella había venido con él en este viaje. Tenía que aparecer en algún programa mientras Pedro asistía a la conferencia de finanzas.

Ella le contó lo que el doctor había dicho y Fede juró elocuentemente en italiano antes de pasarse al árabe al ver cómo la cara de ella enrojecía.

-Lo siento mucho. Es una zorra y mi hermano es tan tonto que no se da cuenta.

La idea de Pedro perdidamente enamorado era a la vez divertida y dolorosa.

-No puedo imaginarme a Pedro perdiendo la cabeza sólo por una cara bonita, Fede. Estoy segura de que hay cosas de Giuliana que él admira de verdad puesto que, después de todo, va a casarse con ella. Debe de quererla -pronunciar aquellas palabras le resultaba doloroso, pero apretó los dientes al asumir el deseo que Pedro sentía por otra mujer. Fede se rió.

-Lo que le pasa es que está obsesionado sexualmente con ella. Ella sabe cómo utilizar su cuerpo para manejarlo a su gusto.

-Yo... -dijo ella con la cara aún más enrojecida.

-Tú eres muy inocente, piccola -suspiró Fede.

Ella no quería entrar en el tema de su virginidad a los veintitrés años. Nunca había deseado a otro hombre que no fuera Pedro y él siempre la había considerado una hermana pequeña.

-¿Qué tal el vuelo?

—No tengo ni idea —respondió él, sacudiendo la cabeza-. Me lo he pasado rezando.

Ella le tomó la mano pero sin dejar el contacto con el hombre que estaba en la cama.

-Se pondrá bien, Fede. Tiene que ponerse bien.

-¿Has comido algo desde que llegaste?

—No he tenido hambre.

-Hace horas que tenías que haber desayunado -la regañó él.

Y así es como pasaron los cuatro días siguientes. Pedro fue trasladado a una habitación individual a petición de Federico  y Paula aprovechó para ducharse. Aparte de eso, se negó a alejarse de Pedro. Fede le llevaba la comida y la bebida a la habitación.

Giuliana pasaba a ver a Pedro una vez al día y se quedaba unos cinco minutos, mirando a Paula con una mezcla de burla y pena.

-¿De verdad crees que por no separarte de él las cosas cambiarán algo? Se despertará cuando se tenga que despertar y entonces me querrá a mí a su lado.

Paula  no se molestaba en discutir; sin duda Giuliana tenía razón, pero realmente no le importaba.

Eran las tres de la mañana del quinto día y todo era silencio en el hospital. La enfermera había pasado a ver a Pedro a medianoche y desde entonces nadie del personal sanitario había pasado por allí. Fede dormitaba en un sillón en una esquina de la habitación y Paula, como no podía dormir, hablaba y acariciaba a Pedro a la vez que lo miraba llena de amor.

3 comentarios:

  1. Muy buen comienzo! Me enganchó esta historia! que HDP Giuliana!!! Me da mucha pena Pau, se nota que está muerta por él

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