El coche de Pedro aún olía a nuevo. Paula inhaló el rico aroma a cuero.
—Así que eres uno de cuatro —dijo ella. Mejor sería hablar de su familia que envidiar su coche.
—Sí. Primero Matías, luego Federico,después yo y por último Dani. Matías está casado con Sofía. No sé si Federico irá acompañado, cambia de pareja a menudo. Dani está en proceso de divorcio.
—¿Cuándo nacerá el bebé de Matías y Sofía?
—Matías no es el padre —apuntó Pedro, dubitativo.
—Ah. Interesante. ¿Estará el padre biológico?
—No. Sofía utilizó un donante anónimo de semen. Siempre había querido tener familia y el sistema tradicional no parecía estar funcionando.
—Admiro a las mujeres con iniciativa —y más a una madre soltera por decisión propia. Paula adoraba a Luz, pero a veces era duro ser la única persona adulta en escena.
Miró a su hija, que botaba en el asiento con la música del reproductor de CDs de Pedro.
—Apuesto a que este equipo de alta tecnología nunca se había enfrentado a una canción de Disney antes.
—No, no son mi estilo.
—Algunas melodías son pegadizas. Ponemos esa clase de música cuando estamos limpiando la casa.
—Curiosa elección —sonrió él.
Ella no se lo imaginaba cantando mientras limpiaba el polvo. Claro que tampoco se lo imaginaba limpiando el polvo o haciendo nada mundano. Lo veía con un rifle, o con un cuchillo de cazador. Mejor aún, sin camisa y con un cuchillo. Mmm... Esa fantasía duró unos tres kilómetros, hasta que Pedro giró en una calle y empezó a subir una larga cuesta.
—¿Viven aquí? —preguntó ella, mirando las antiguas y elegantes casas, con vistas a la ciudad y al agua—. ¿En Queen Ann Hill?
—Ajá.
Era lógico. Aunque sabía que Pedro era de familia adinerada, su estilo de vida le permitía olvidarlo.
—¿Dónde viven Federico y Dani? ¿Son vecinos de Bill y Melinda Gates?
—Federico tiene una casa-barco. Dani ahora vive en la antigua casa de Sofía—la miró—. ¿Por qué estás disgustada?
—No lo estoy. Es sólo... —encogió los hombros—. Estoy bien —dijo. No quería admitir que tanta riqueza le asustaba. Había oído hablar de las casas-barco de Seattle. Las más baratas costaban un millón de dólares; ella, en cambio, tenía que pagar una rueda de coche a plazos de cinco dólares.
Pararon ante una bonita casa de dos plantas, con fachada de ladrillo. Mientras Luz se desabrochaba el cinturón, Paula siguió a Pedro a la parte de atrás y recogió las dos cajas que había llevado, mientras él se ocupaba del asiento para bebés.
—¿Lista? —preguntó él.
Ella empezaba a preguntarse si había hecho bien aceptando. ¿Y si sus hermanos se parecían más a Gloria que a él? ¿Y si la miraban con desprecio por trabajar en una cafetería y no tener estudios?
Se abrió la puerta delantera y una mujer pequeña y bonita, con ojos avellana y un corte de pelo fabuloso, salió a recibirlos.
—Pedro —dijo con una sonrisa, pero mirando a Paula y Luz—. Has podido venir.
—Hola, Dani —puso a Luz delante de él y una mano en la espalda de Paula—. Ésta es Paula, vive en mi edificio. Y su hija, Luz.
—Vaya —la sonrisa de Dani se amplió—. Encantada de conocerlos, entren. Todo el mundo está aquí. Eh, es Pedro. Ha traído a una amiga.
—¿No les dijiste que ibas a traerme? —gruñó Paula. Le dio un codazo en las costillas.
—Sofía siempre hace comida de sobra —dijo él, obviamente confuso por su protesta.
Ayyyyyyyyy, qué hermosos caps Naty!!!! Me tiene enloquecida jajajajaja
ResponderEliminarSe me hizo corto para un viernes che! Je je je #QueremosMaraton 😆
ResponderEliminar@jesica_tkd
Se me hizo corto para un viernes che! Je je je #QueremosMaraton 😆
ResponderEliminar@jesica_tkd
Se me hizo corto para un viernes che! Je je je #QueremosMaraton 😆
ResponderEliminar@jesica_tkd
Ay que lindos! Que no quede ahí nada mas el beso! Llevarla a conocer a sus hermanos es un paso importante!
ResponderEliminarMe encanta! Quiero mas.... ;)